Opinión

La esperanza en un mejor país

El pueblo colombiano ese que siempre estuvo oculto esperando las dádivas de quienes dilapidan y administran para sí el erario público, dejó la indiferencia y un espíritu de combativa dignidad lo alienta.

Los 2.700.000 votos obtenidos en la consulta del Pacto Histórico -sin personería jurídica-, dan testimonio de el resultado pedagógico y la gran aceptación del Gobierno del Cambio liderado por el presidente Gustavo Petro, muy a pesar de las innumerables dificultades que ha tenido que soportar, muchas de ellas provenientes del odio sectario y racista de las élites que ya ven seriamente amenazada su pretensión de volver a administrar el poder en Colombia.

Las largas filas exigiendo ante las pocas urnas dispuestas para la votación, dan buena cuenta del deseo y la necesidad de consolidar una expresión electoral de tipo verdaderamente popular. Ya no es la clase media de las grandes ciudades la que definirá la conformación de las corporaciones legislativas, ahora será el verdadero pueblo clásicamente abstencionista el que exigirá resultados y madrugará a votar.

En esas filas después de las cuatro de la tarde vimos adultos mayores trabajadores informales, obreros y ancianos, también a las madres comunitarias y  las negritudes de la tercera edad, a los maestros, a los funcionarios de la salud, a los pensionados y a algunos indígenas que no encontraron las mesas de votación cercanas a sus resguardos, o dispuestas en las poblaciones de las cuencas de los grandes ríos.

Esa nueva cauda electoral estimulada por las reformas y los grandes logros del gobierno, alimenta una esperanza y protege al electorado de un posible fraude elaborado con las sutilezas de una informática mal intencionada, o una actitud inescrupulosa en el conteo, o en la de aposta fallida disposición geográfica de las mesas de votación.

El pueblo colombiano ese que siempre estuvo oculto esperando las dádivas de quienes dilapidan y administran para sí el erario público, ya dejó la indiferencia y un espíritu de combativa dignidad los alienta. Los votos obtenidos por Carolina Corcho nos hablan de la expresión femenina en las urnas, y el compromiso del trabajador de la salud por mejorar sus condiciones laborales para así brindar una mejor atención a los usuarios y lograr una cobertura mayor, no sólo expresada en un carnet o en una escarapela.

Los nueve millones de víctimas del despojo, el  asesinato y el desplazamiento, verán en Iván Cepeda a su  ángel redentor, que como ellos, sufrió el dolor de perder a un ser querido y esperan que se haga justicia castigando a  quienes utilizando la fuerza del Estado, los masacró y les quitó su parcela.

Ya no serán, como decíamos, las clases medias acostumbradas a vivir de la burocracia o las sobras de la rapiña de las élites quienes elegirán  a nuestros gobernantes.

El estudiante pobre que ya goza de los beneficios de la educación pública gratuita y de buena calidad, y los millones de hijos de los desplazados del genocidio paramilitar, serán quienes engrosarán la cauda electoral.

Con Iván Cepeda se reforzarán los diálogos con las disidencias narcotraficantes buscando consolidar una Ley de Sometimiento sabiendo que el negocio del narcotráfico dejó de ser colombiano para convertirse en una empresa transnacional en donde los carteles regionales ya prácticamente quedaron relegados al cultivo y la producción. La política de sustitución de cultivos empieza a ser exitosa, y llegará un día en que las zonas del Catatumbo y el Cañón del Micay estarán ausentes de guerrilla y con una política de legalización que por más que se deseche en la actualidad, se impone.

El progreso debe ser imparable y con él, la disposición histórica de un cambio de paradigma hacia un transformación social inclusiva y sostenida en Colombia, aceptando nuestros errores, nuestras heridas y el daño aún reparable que se le ha hecho a millones de compatriotas.

Si bien la votación en las grandes ciudades se contrajo un poco, en la periferia aumentó y fue arrolladora. Zonas como la costa Caribe, el Chocó, el Cauca, Nariño, el Putumayo y los otrora territorios nacionales, dan buena cuenta del apoyo al gobierno y esperan que el próximo año se consolide con la presidencia de Iván Cepeda y un Congreso renovado y progresista.

El objetivo ahora es el de trabajar pedagógicamente las comunidades menos favorecidas de las capitales en especial el Área Metropolitana del Valle del Aburrá, donde el abstencionismo es norma, y en donde el uribismo asienta con especial predilección sus garras seductoras visitando centros comerciales, plazas y concentraciones educativas. Con el resultado reciente de la convocatoria electoral a los jóvenes, el riesgo de perder esta franja sigue siendo alto.

Colombia va mucho más allá de quienes manipulan los medios hablando pestes del presidente y su gobierno, más allá de los favorecidos por una herencia de bondades y que están dispuestos a entregar la dignidad nacional a los dictados de un megalómano genocida como Donald Trump.

Los más de treinta millones de compatriotas que esperan tener oportunidades y ser redimidos por las reformas; esos mismos quienes después de cerrar las mesas de votación, no quisieron regresar a su casa, o a su rancho, ya están seguros de dar su voto por la esperanza en un mejor país..

Wilmar Jaramillo Velásquez

Comunicador Social Periodista. Con más de treinta años de experiencia en medios de comunicación, 25 de ellos en la región de Urabá. Egresado de la Universidad Jorge Tadeo Lozano

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