Cultura

Arteaga tras la luz de Rembrandt

Luis Arteaga es un artista colombiano, de Urabá para mejor ilustración, quien hace 18 años se radicó en España, tratando de afinar sus pinceles, colores y técnicas, bajo el cielo europeo.

Humanes/Madrid España/ Wilmar Jaramillo Veláquez

(Foto principal/Paisaje de Toledo, obra en la que trabaja actualmente el artista)

Lucho como le dicen popularmente sus amigos, nació en un abril del  68 en en el municipio de Arboletes, (Urabá Antioqueño), bajo un cielo que  retrataba una acuarela infinita. Un cielo, unos colores y paisajes que marcarían su obra pictórica, muy Caribe en sus inicios.

Desde niño mostró habilidades por el dibujo y la pintura, lo que lo llevó muy joven a participar en los talles de Acuarela del maestro Luis Ángel Hernández en Medellín y posteriormente ingresar al Instituto de Bellas Artes  de la capital Antioqueña.

Estuvo radicado muchos años en Apartadó, alternando con periodos en Medellín, siempre vinculado al sector cultural,  fue tallerista de la Casa de la Cultura  de Apartadó, además de dictar clases de pintura de manera particular. En Colombia participó en un sin número de exposiciones hasta  que perdió el interés por este  tipo de certámenes.

Arteaga trabaja hoy tinta en piel sintética, métodos empleados en el tatuaje.

Rumbo a Europa

Hace 18 años Arteaga partió  rumbo a España, más  que una maleta de equipaje, llevaba un puñado de sueños, sus inseparables pinceles, unas cuantas pinturas y como la vieja canción se resolvió por “un ligero equipaje para tan largo viaje”.

Sin más preámbulo se instaló  en Móstoles, una ciudad dentro de Madrid, con 250 mil habitantes, municipio perteneciente a la comunidad madrileña.

Allí comenzó el aprendizaje de cómo vivir  en una extraña cultura, proceso que asimiló rápidamente, su adaptación  fue pronta y sin sobresaltos, aprendió a conducir  en las amplias avenidas y bajo las rígidas medidas  de seguridad y comportamiento ciudadano. Allí prima el orden, el respecto por las reglas y la autoridad. No el caos y la anarquía como en Colombia.

Óleo del artista/Cortesía de la propietaria

Este año Arteaga dejó Móstoles y se radicó en Humanes, municipio también madrileño, con un poco más de 20 mil habitantes y a 23 kilómetros de la capital española.

Allí ocupa un modesto pero cómodo apartamento en un séptimo nivel, silencioso, apacible, propio para las exigencias básicas del artista.

Sus hábitos culinarios poco o nada han cambiado, en el menú es muy común la arepa, los huevos pericos, el café, la pasta, las costillas y carnes guisadas, todo muy popular en Urabá y en momentos de inspiración  hacen hasta tamales, poco se ha dejado deslumbrar por la gastronomía europea.

En puerto de Malpica de Bergantiños-Galicia-España

Al otro lado del mundo

Luis Arteaga cruzó el Atlántico durante diez horas y siete más de Urabá al aeropuerto Internacional de Rionegro, para compenetrarse con otra cultura, otras costumbres, para viajar, para observar, porque el artista simplemente no ve, observa, ausculta con curiosidad pasmosa, siempre atento al detalle, al movimiento.

Hoy se desenvuelve  con soltura en su auto por toda España y se ha desplazado a otras latitudes, Portugal, Francia, Italia y Suecia,  cargando su memoria fotográfica para luego pintar, se  ha enamorado de ciudades  como la antigua Toledo, donde se respira historia, ya ha comenzado a pintar sus barrancos y entornos.

Su obra deja entrever claramente la influencia europea, sus técnicas y temáticas, la definición  de los colores, sumado al progreso y madurez de artista  que crece con los años, con la experiencia.

Estamos hablando de un artista sencillo, sereno, tranquilo, solidario con sus coterráneos y colegas, va sin prisa, pero intentando pisar  con firmeza, no es hombre de polémicas, ni de envidia y celos que tanto afecta a este gremio.

Otros sueños

Bajo el calor de su techo en  España, en medio de un animado y cordial diálogo nos compartió algunos sueños para el mediano plazo, el próximo año quiere viajar a Cuba para consolidar unas pinturas con viejos modelos de carros, pero en su hábitat en la Isla, lo más natural posible y en sus entornos.

También planea una seria de rostros afros, pero aún la idea  le da vueltas en su cabeza porque quiere algo diferente, algo nuevo que no se parezca ni se asemeje a la obra de otros artistas que han trabajado el tema.

Como nunca se ha desvinculado de  su patria, la que visita  cada que puede, además de recibir compatriotas en su casa con mucha frecuencia, especialmente artistas, también sueña en un mañana verse nuevamente en Colombia en un estudio cerca al mar, dedicado  hacer lo que más le gusta: Pintar.

Tras la luz de Rembrandt

Arteaga es fascinado por la obra del holandés Rembrandt Harmenszoon Van Ri Jn., conocido en el mundo del arte simplemente como Rembrandt, el manejo de la luz lo apasiona, ni él mismo sabe cuántas veces se ha detenido frente a las dos únicas obras del artista  que reposan en España, un autorretrato en el museo Thyssen-Bornemisza y otra en el Museo del Prado, el cuadro bíblico: Judith en el Banquete de Holofernes.

Cada que tiene la oportunidad de ingresar a estos museos la cita con el holandés es obligatoria, también se ve en El Prado pintando junto a otros artistas, para lo cual ya adelanta los trámites para la autorización de rigor.

Pareciera  que el artista llegó a  Europa tras la luz de Rembrandt, un método sencillo, pero extraordinario a la hora de aplicarlo, tanto en la pintura, como en la fotografía y hasta en el cine. Una técnica  que singue siendo tema de interés para la academia.

Arteaga tiene un amplio camino por recorrer y pueden ser muchas las sorpresas que nos brinde como artista, la calidad de su obra,  su entrega por  las artes plásticas, su disciplina, así lo indican. Ojalá la luz del holandés ilumine su obra y su camino.

De Arteaga dicen sus amigos con quienes ha compartido en Europa, que es «el mejor embajador de Colombia en España en el último medio siglo» y de eso pude dar fe durante mi estadía en el país Ibérico. Gran amigo de los amigos y un generoso anfitrión.

“La «luz Rembrandt» es una técnica de iluminación que se caracteriza por la creación de un pequeño triángulo de luz bajo el ojo del sujeto en el lado más alejado de la fuente de luz principal. Este esquema, que debe su nombre al pintor holandés del siglo XVII, se utiliza para dar un efecto dramático y tridimensional a los retratos, tanto en fotografía como en cine. Crea un efecto de claroscuro, donde una mitad del rostro está iluminada y la otra está en sombra parcial, dando volumen y dramatismo”.  (Wikipedia)

Exposición en Apartadó, catàlogo cortesía del artista Gonzalo Moreno M.

Wilmar Jaramillo Velásquez

Comunicador Social Periodista. Con más de treinta años de experiencia en medios de comunicación, 25 de ellos en la región de Urabá. Egresado de la Universidad Jorge Tadeo Lozano

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