Por el mercado común colombo-venezolano
Son la coincidencia y el entendimiento del binomio Petro-Maduro lo que restablece las relaciones diplomáticas y comerciales; desde septiembre de 2022.
Luis Nelson Beltrán*/Análisis de la Noticia/RazonPublica/El Pregonero del Darién.
La ZEEB refuerza la tesis integracionista en torno a seguir firmando acuerdos que proyecten el comercio bilateral y que congelen la agitada agenda política en el corto y el mediano plazo. Acercará más a las dos naciones a conseguir un mercado común en una frontera en paz.
El 17 de julio los gobiernos de Venezuela y Colombia firmaron el acuerdo de Zona Económica Especial Binacional (ZEEB) para el fortalecimiento de las relaciones comerciales que desde septiembre de 2022 se están restableciendo, después de que en el binomio Duque-Maduro se perdió cualquier forma de relacionamiento entre los países que comparten una frontera de 2.300 kilómetros; la ZEEB, en lo económico, acercará más a las dos naciones a conseguir un mercado común en una frontera en paz.
Descongelamiento de la agenda política
El memorando de entendimiento, firmado el 17 de julio de 2025, titulado Zona de paz, unión y desarrollo binacional, en sus once artículos establece acciones encaminadas a fomentar proyectos de desarrollo conjunto en sectores claves como cultura, salud, comercio y turismo, en los estados de Zulia y Táchira de Venezuela, y el departamento de Norte de Santander de Colombia, donde actualmente se estima transita más del 50% del comercio de mercancías entre los dos países. El propósito de la paz es comenzar a hacer realidad el objetivo en torno a que los acuerdos económicos congelarán la agitada agenda política por la delimitación de la frontera y las posiciones que se asuman con respecto a Estados Unidos en el ámbito internacional.
De particular interés es mantener congelado el diferendo sobre el archipiélago de los Monjes, donde infortunadamente desde 1952 el canciller colombiano de derecha conservador, de apellidos muy ilustres, Juan Uribe Holguín, pero poco instruido en materia de derecho internacional, aliado con los gobiernos también de derecha Copei y Alianza Democrática en Venezuela, cedió en una carta la soberanía del archipiélago a Venezuela.
Los grandes desencuentros y la falta de adoptar las normas de derecho internacional de no agresión de 1939, como de no consultar con las comisiones de vecindad y fronterizas, terminaron por generar tensiones bien complicadas y anuncios de guerra en la frontera de las dos naciones en las siguientes siete décadas.
Los acontecimientos de los cañonazos a la corbeta Caldas colombiana por el ejército venezolano en 1987, la muerte a manos del ELN de nueve infantes venezolanos en la frontera de norte de Santander en 1995, el daño transfronterizo y de soberanía por la captura del ejército colombiano del guerrillero Granda en Caracas en 2005, la deportación abusiva de colombianos por el gobierno Maduro en 2015 y las tensiones sobre apoyo de Duque a Estados Unidos para derrocar al gobierno Maduro entre 2018-2022, se han podido superar cuando los binomios presidenciales han entendido que son dos naciones hermanas con economías complementarias por sus ventajas comparativas y competitivas: Venezuela, una vecindad minero-energética para Colombia por sus ricos yacimientos de petróleo, gas, hierro, aluminio, entre otros, y Colombia, una vecindad agrícola manufacturera para Venezuela, por el desarrollo agroindustrial: azúcar, confecciones, autopartes y automóviles.
En la segunda mitad de los años 1940 se impusieron los convenios comerciales bilaterales y regionales antes que las visiones multilaterales del modelo de libre comercio de economías desarrolladas que propusieron Estados Unidos y Europa después de la Segunda Guerra Mundial a las economías subdesarrolladas de América Latina; de consuno Colombia y Venezuela en 1947 decidieron no pertenecer al acuerdo de aranceles y tarifas GATT; por el contrario, apostaron a la creación de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y en particular en 1960 los dos países, junto a Argentina y Brasil, crearon la ALALAC, lo que hoy se denomina Asociación de libre Comercio e Integración de América Latina (ALADI).
En 1967, al amparo de los acuerdos económicos para congelar la agitada agenda política, los dos países crearon la empresa monómeros colombo-venezolanos para promover el desarrollo de la industria petroquímica de los países; de igual manera, los gobiernos Lleras-Leoni crearon el Grupo Andino (GRAN) 1969, y en 1974 echaron a andar la Corporación Andina de Fomento (CAF) para el financiamiento de la política comercial; esta última tuvo su origen cuando Estados Unidos decidió que el FMI no le otorgaría un crédito a Colombia; el vecino país, de sus recursos de la bonanza petrolera colocó cerca US$50 millones e hizo realidad el financiamiento regional de la CAF a nuestro país; en 1989 Barco-Pérez pusieron en marcha el acuerdo de Caraballeda de limitación de la línea media en los Monjes, que, aunque fue rechazado por la derecha venezolana, presionó a los dos gobiernos a la integración energética petrolera con la idea de dar a luz una empresa con capital para la exploración y explotación del crudo en los Monjes. En 1992 Gaviria-Pérez, dentro de los preceptos del GRAN, perfeccionaron la zona de libre comercio; en 1995 Samper-Caldera establecieron la aduana común del GRAN contra terceros, y un tratado de libre comercio del grupo de los tres G-3 que integró a Colombia y Venezuela con México.
Gobiernos de derecha de Colombia han coincidido en entendimiento con los gobiernos de izquierda. Después de lo que ocasionó el apoyo de Pastrana a Pedro Carmona, golpista en Venezuela en 2002, el binomio Pastrana-Chávez impuso una agenda tendiente a impulsar los intercambios de la empresa privada y las inversiones; el binomio Uribe-Chávez desde 2007, después de la salida de Venezuela a la CAN 2005, precisamente porque Colombia, Ecuador y Perú prefirieron comenzar a negociar los tratados de libre comercio con Estados Unidos en los denominados TLC que impulsó el país del norte en retaliación a lo que Chávez, Lula, Kirchner, provocaron con el hundimiento del proyecto de creación de la Asociación de Libre Comercio de las América (ALCA), de iniciativa de Estados Unidos, entre 1994-2004. Chávez impulsó la creación de alternativa ALBA en 2004, y la Unión de Naciones del UNASUR en 2004.
En 2007 y con la intención de la creación de Petroamérica, idea de Chávez para fusionar empresas como Pdvsa y Ecopetrol, se firmó el acuerdo de venta de gas de Colombia desde el departamento de La Guajira a Venezuela, estado Zulia, por siete años, 2007-2014; y luego por otros siete años, 2014-2021, de Zulia a La Guajira, acuerdo que generó más de US$2.000 millones en intercambios y que hizo que en el período 2000-2008 el comercio bilateral tuviera su mayor esplendor, con un intercambio de bienes que alcanzó US$7.300 millones.
Cabe agregar que las tensiones políticas de la oposición en Colombia terminaron con los proyectos de Chávez de crear dos nuevas refinerías de petróleo de Venezuela en Colombia, y que se diera por terminado el convenio gasífero. El binomio Santos-Chávez dejó restablecido el acuerdo de alcance parcial de la ALADI para realizar el comercio bilateral, intercambio de mercancías, cero aranceles para más de 10.000 productos de los dos países, después de finalizar los cinco años de normativa de la CAN; en 2013, tras la muerte de Chávez, el binomio Santos-Maduro acordó acelerar el desarrollo fronterizo a través del convenio de carga y pasajeros en los estados de Zulia y Táchira de Venezuela, y los departamentos de Norte de Santander y La Guajira de Colombia.
El binomio Duque-Maduro pasará a la historia como el que sepultó las relaciones políticas y comerciales entre los dos países; Duque, sin entender la importancia de las relaciones internacionales y la integración económica y con el afán de agradar a Estados Unidos, apoyó la política del gobierno Trump de derrocar lo que el país del norte llamó narcodictadura del gobierno Maduro, y con base en eso rompió todo vínculo bilateral; en 2019 organizó un concierto denominado por la vida y liberación de Venezuela, que produjo en la frontera un enfrentamiento entre los países que llevó como respuesta de Maduro el cierre definitivo de la frontera entre 2019 y 2022; también el presidente Duque acabó con UNASUR, el resultado: un comercio de menos de US$200 millones en 2021.
Integración Petro-Maduro
Son la coincidencia y el entendimiento del binomio Petro-Maduro lo que restablece las relaciones diplomáticas y comerciales; desde septiembre de 2022 perfeccionaron el acuerdo de complementación económica de la ALADI, lo que propició que más de 15.000 productos quedaran sin aranceles a lado y lado de la frontera, especialmente los de ventajas comparativas; de igual manera, por primera vez se logró concretar en 2023 un acuerdo de inversión extranjera recíproco que da trato nacional e incentiva la repatriación de utilidades; en 2024, en medio de la incertidumbre de las elecciones presidenciales de julio en Venezuela, el presidente Petro, que no reconoció las mismas, ha intentado crear una agenda muy diplomática para que Colombia sirva de mediador entre el gobierno Maduro y la oposición de ese país para un proceso nuevo de elecciones que lleve incluso a un frente nacional parecido al proceso en Colombia de los años sesenta y setenta, donde las dos fuerzas tradicionales liberales y conservadores se alternaron en el poder entre 1958 y 1974. Finalmente, en 2025, Colombia sigue fomentado los negocios con el vecino país; Petro ha intentado revivir el acuerdo y las compras de gas para disminuir los precios en Colombia ante la escasez interna del mismo.
Comercio colombo-venezolano 1974-2024
La política integracionista del binomio Petro-Maduro, al igual que la de Uribe-Chávez, ya ha producido resultados importantes a lado y lado frontera, en especial para Colombia en los últimos tres años; el comercio de bienes cerró en US$804 millones en 2023 y US$1.200 millones en 2024, 46%, y 60% superior a 2022; el mismo sigue siendo favorable a Colombia, que logra un saldo superavitario cercano a US$1.100 millones y unas exportaciones manufactureras: confecciones, medicamentos, industria automotriz, superiores al 80% del total.
Conclusiones y proyecciones
La ZEEB refuerza la tesis integracionista en torno a seguir firmando acuerdos que proyecten el comercio bilateral y que congelen la agitada agenda política porque los mismos en la parte económica son complementarios y de provecho para los países en el corto y el mediano plazo. Muy importante la promoción del turismo, proyecto que intenta en los dos países el cambio de modelo rentístico de los recursos naturales como petróleo y carbón, por uno más diversificado donde la agricultura, la agroindustria y manufacturas ayuden al desarrollo integral y sustentable de los dos países.
La ZEEB refuerza la otra tesis sectorial de proyección del comercio que advierte que los intercambios que pasan por la frontera se deben acompañar de proyectos sociales tan importantes como integrar lo comercial con lo social, en el proyecto que puede decantar en cluster bilateral salud-turismo, donde las ventajas competitivas podrían llevar el comercio a terceros mercados, especialmente los latinoamericanos; es la hora de que ante la política arancelaria y en general de migraciones de Estados Unidos con nuestras dos naciones renazca el proyecto integracionista regional; sería importante volver a ver a Venezuela en la CAN.
No hay que olvidar que, si bien es difícil volver a los niveles de comercio de la segunda década de los 2000, es factible que esos nuevos acuerdos aligeren el mercado común entre los dos países que lleven el comercio en el mediano plazo a superar los US$10.000 millones en 2030.
*Economista con maestría en teoría y política económica doctor en integración y desarrollo económico Universidad Autónoma de Madrid, y estudios avanzados DEA derecho internacional y relaciones internacionales, actualmente es profesor titular y lidera el grupo de Economía y Finanzas Públicas en la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP).