Opinión

La paz de María Corina: UNA GUERRA PERDIDA

Al igual que la tregua conseguida en el conflicto judío palestino, la esperanza de Maria Corina Machado y muchos líderes como ella, es volver al estado de postración social donde las bondades de unos son la condena de miles a la pobreza y el atraso.

Por: Juan Fernando Uribe Duque

Otorgarle el premio Nobel de la Paz a un personaje como Maria Corina Machado -que le pide a Trump que libere a su país a punta de atropellos militares-, es como otorgar el Nobel de Medicina a alguien que acaba de inventar una pastilla para envenenar a toda la humanidad. Si bien Venezuela puede estar tomada por un grupo de corruptos y narcotraficantes, instigar un bloqueo y propiciar una invasión violenta a expensas del dolor de los más pobres, no es un acto de liberación, ni mucho menos un acto de paz. Llamar al emperador que urde guerras y supuestos tratados de paz luego del genocidio, y cuando ya las ruinas y los restos humeantes de la destrucción han llevado a la rendición de los oprimidos, es más que un claro gesto de vasallaje clasista, una actitud de desprecio por el, que quiérase o no, pasó de habitar un tugurio a tener un plato de comida, un aula para educarse y una esperanza. Bien dice Pérez Esquivel que ya en Caracas las antiguas barriadas de chabolas – tugurios- ahora son barrios bien diseñados con todos los servicios públicos y sus habitantes siguen manteniendo la esperanza en una vida mejor con dignidad, salud y educación, a pesar del bloqueo que personajes como Trump han querido perpetuar con más de 900 sanciones y amenazas de todo tipo, como aquel infringido a Cuba que hizo que la dignidad de un pueblo superara la pobreza y la postración de ser el burdel y el casino de la mafia y los millonarios gringos a costa de las dádivas y los sobornos para una élite blanca dependiente y arrodillada. Llamar progreso a las falsas mieles, o a las fachadas de los oropeles turísticos, es el engaño mediático de aquellos que disfrazan la tragedia social de los pueblos de este llamado Sur Global que se acostumbró a la pobreza y a mirar a Miami como su mundo añorado.
Maria Corina es una fiel representante de esa clase de personajes públicos avasallados, lambones, y con argumentos políticos basados en un sentimiento de clase tendientes a perpetuar, como es el caso Venezolano – un pueblo con tradición dictatorial- un estado de economía basada en el extractivismo rentista del petróleo que siempre alimentó a una pequeña franja de la población clásicamente segregacionista y dependiente de las multinacionales petroleras. Bien decía Bolívar que algún día los “Pardos” – el pueblo- se levantará contra la tiranía y a decir de Fernado González, aparecerá el “Gran Mulato” aquel, que como Chávez, dio un grito de libertad, si bien con el acoso de las fuerzas del narcotráfico y toda el caos social de las neocolonias modernas, con el ánimo y el coraje por conseguir algún grado de dignidad y autonomía. Cada país debe ser dueño de su proceso de liberación democrática, y el chavismo parece haber enterrado la tiranía oligárquica que siempre mantuvo a los venezolanos como un país a merced de las rentas del petróleo sin construir un sistema productivo de tipo industrial, mucho menos agropecuario.


Al igual que la tregua conseguida en el conflicto judío palestino, la esperanza de Maria Corina Machado y muchos líderes como ella, es volver al estado de postración social donde las bondades de unos son la condena de miles a la pobreza y el atraso.


Esa súplica, igual que la que grita Vicky Dávila – otra corista como Corina- “ !Házlo ya Donald!”, es un claro signo de lo que los mueve: regresar a lo mismo, a la venta y destrucción del país, a la rifa de sus recursos y a la intromisión salvaje de las corporaciones desesperadas por obtener ganancias a expensas de una mano de obra abundante, barata y mal educada.


La paz de Maria Corina es la paz obtenida en Gaza, es la paz que representa toda la tropilla de buques cargados de misiles y muerte en las aguas internacionales cercanas a Venezuela, es la paz de las tropas que arrasaron a Bagdad, que nos robaron a Panamá y que convierten en delincuentes a los migrantes que
anhelan una vida mejor. La paz de las “mariacorinas” es la paz de la invasión, la paz del soborno, la paz de la treta corrupta, la paz para unos pocos que perdieron sus prebendas y que siempre han despreciado al pueblo.


Muchos me dirán: ¿Pero si Maduro es un mafioso y el Cartel de los Soles se apoderó de Venezuela e hizo que ocho millones de ciudadanos se regaran por el mundo en busca de trabajo y comida? Puede ser verdad, pero las causas luego del desplome de los precios del petróleo se debieron a esos mismos cientos de bloqueos comerciales impuestos por Estados Unidos como castigo por no poder seguir succionando el petróleo a medida que acababa con el país convirtiéndolo en un pueblo consumidor de chucherías, carros último modelo y créditos para viajar a Miami.


En el caso colombiano, los gringos (Greens go!!) además del petróleo, el carbón, el oro y las tierras raras, están listos para dar el zarpazo y apoderarse del oxígeno y el agua de la selva amazónica.
Cuidado con las Maria Corinas, la paz que traen, es una guerra perdida.

Libardo Antonio Vasquez Quintero

Programador y diseñador web. Con más de 20 años de experiencia en el sector audiovisual, soy apasionado por las comunicaciones. Defiendo las ideas libres y el pensamiento crítico. Soy fiel creyente en la utopía de ver una Colombia en paz.

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