A la prepotencia imperial: denunciarla y enfrentarla
El panorama latinoamericano y caribeño ha cambiado mucho y ya existe una mayor conciencia en cuanto a quién es el enemigo de nuestros pueblos, ese enemigo que no viene de lejos.
Juan Hernández Machado*Opinión/El Pregonero del Darién
¿La noticia?, buques estadounidenses en aguas sudamericanas para operar contra cárteles de la droga auspiciados por el gobierno venezolano, con su presidente Nicolás Maduro al frente. Así la presenta la gran prensa estadounidense, acompañada de bastante alegría por parte de María Corina Machado y su clan- opositores al gobierno democráticamente electo en Venezuela- porque el gobierno del señor Donald Trump actúa de forma valiente y decidida contra “el usurpador de las elecciones venezolanas del año 2024”.
Esta es la esencia de la nueva temporada del filme “Ansias imperiales estadounidenses por apoderarse de toda la América Latina y el Caribe”.
Y es que ese filme ha tenido tantas temporadas que ya ni las recordamos, porque es un filme que se viene ejecutando desde el siglo XIX, utilizando como excusa diferentes argumentos, según la época de cada acción.
Ejercitemos un poco la memoria para saber de qué estamos hablando y veamos solo unos pocos ejemplos:
1823: se declara la Doctrina Monroe, que considera que América Latina es esfera de influencia de los Estados Unidos.
1846-1848: Estados Unidos le arrebata a México lo que hoy son los estados yanquis de Texas y California.
1854- 1855: Marina yanqui ataca Nicaragua y apoya al aventurero William Walker, quien llegó a proclamarse presidente de ese país.
1898: los “preocupados” estadounidenses por cómo España trataba a sus colonias en el área, intervienen en Cuba, impiden que los patriotas cubanos terminen de derrotar al gobierno español, frustran la independencia del archipiélago hasta permitirla cuatro años más tarde pero conformada acorde a sus intereses. Además, convirtieron a Puerto Rico en un “Estado asociado”, estatus que mantiene hasta hoy y que ha privado a ese pueblo hermano de ser verdaderamente libre e independiente.
1903: Estados Unidos estimula la segregación de Panamá de Colombia y logra, al final, adquirir los derechos sobre el Canal de Panamá, que era su golosina preciada.
1912- 1933: primera intervención en Nicaragua para adecuarla a sus intereses.
1915- 1934: intervención en Haití para restaurar el orden. El entonces secretario de estado yanqui William Jennings Bryan tuvo palabras “corteses” hacia la población de ese país, cuando dijo “Imaginen esto: negros hablando francés”
1916- 1924: intervención en República Dominicana.
1954: la Agencia Central de Inteligencia (CIA) yanqui derroca al legítimo presidente de Guatemala Jacobo Árbenz, porque su forma de gobierno afectaba los intereses de la United Fruit Company, donde tanto el director de la CIA como su hermano, el secretario de estado estadounidense, tenían fuertes intereses.
1961: invasión a Cuba por una brigada mercenaria reclutada, entrenada, financiada, armada, dirigida y transportada por la CIA para derrocar a la revolución cubana. Fue derrotada en menos de 72 horas.
1964: golpe de estado promovido por la CIA al presidente brasileño Joao Goulart.
1965: intervención en la República Dominicana.
1973: golpe de estado auspiciado e instigado por Estados Unidos contra el presidente chileno Salvador Allende. Instauración del fascismo en ese país.
1983: invasión a la pequeña isla de Granada.
1989: invasión a Panamá.
2002: financiamiento y apoyo a los fallidos golpistas en Venezuela que trataron de destruir el proceso liberador iniciado por Hugo Chávez Frías.
Esto es solo la punta del iceberg porque cansados estamos los latinoamericanos y los caribeños de las intervenciones, agresiones, campañas, programas y medidas estadounidenses que, unas veces para “instaurar la paz en medio de disturbios civiles entre gente incivilizada”, otras para “impedir que el comunismo se apoderara de nuestro continente”, más tarde “para salvar al mundo libre de acciones terroristas” y no en menos ocasiones “para eliminar al mundo libre del flagelo de las drogas” se han puesto en práctica para deshacerse de los gobernantes que no responden a sus intereses e imponer a quienes sí lo hacen.
Da lo mismo que el ocupante de la Casa Blanca se haya llamado Ike Eisenhower, Ronald Reagan o Donald Trump, para mencionar a unos buenos halcones; o F.D. Roosevelt, Jimmy Carter, Bill Clinton o Barack Obama, para mencionar a unos supuestos presidentes más moderados. En este filme no hay policía bueno ni policía malo, al final, son todos policías, como es en la vida real.
Todos son iguales. Lo que cambia son las formas y métodos de acción que utilizan para cumplir los mismos objetivos imperiales.
Pero de los ejemplos anteriormente mostrados se aprecia que sus ocupaciones e intervenciones no fueron eternas ni arrojaron los resultados que ellos deseaban porque los pueblos despiertan, se sacuden del lastre y buscan alternativas para vivir libres sin tener que soportar la intromisión de Washington desde la embajada estadounidense.
En las últimas seis décadas el panorama latinoamericano y caribeño ha cambiado mucho y ya existe una mayor conciencia en cuanto a quién es el verdadero enemigo de nuestros pueblos, ese enemigo que no viene de lejos, que no habla ruso o árabe, que no tiene los ojos rasgados y que no utiliza la camisa sin cuello como principal prenda de vestir.
No, el verdadero enemigo es de nuestra región, habla inglés, masca chiclet, nos endulza la vida con su propaganda, acapara o pretende acaparar nuestros recursos naturales, nos deslumbra con su desarrollo y cuando nos portamos mal y no acatamos su mandato nos impone un férreo bloqueo y medidas aislacionistas diversas, nos incluye en listas espúreas o nos rodea con sus fuerzas armadas para tratar de amedrentarnos.
Claro, tenemos que ser justos y críticos. Al igual que toda moneda tiene dos caras, no todo lo que sucede en Nuestra América es responsabilidad del imperialismo yanqui, pues, en muchas ocasiones la falta de perspectiva, de verdadero compromiso, de dedicación a la causa, de infantilismo político o de egocentrismo ha llevado a dirigentes de movimientos y organizaciones progresistas a fallarles a sus respectivos pueblos y de esa forma abrir el camino para que los planes imperialistas avancen y tengan resultado.
Referirnos a los entornos históricos de algunos de los procesos mencionados anteriormente nos llevaría mucho tiempo y ese no es nuestro objetivo en estos momentos. Simplemente, amigo lector, documéntese bien- aclaramos que no con las fuentes imperiales sino con fuentes independientes- de qué sucedió realmente en los casos que le interese.
Lamentablemente, en ocasiones nuestras propias fuerzas progresistas le facilitan el camino al amo imperial hacia la división de nuestras filas y a la reversión de los logros alcanzados sin su patrocinio.
Los recientes ejemplos de Ecuador, Argentina y dentro de un mes de Bolivia no necesitan mucha explicación.
Por eso, ante la nueva decisión arrogante de Washington de llenar el mar frente a Venezuela de buques de su Armada, la decisión correcta ha sido movilizar al hermano pueblo venezolano como está haciendo el compañero Nicolás Maduro.
En ocasiones el imperialismo ha ido “a la tremenda” contra determinados países. Los que se han opacado, han sucumbido y los que se mantuvieron firmes han prevalecido. Ahí tienen el ejemplo del heroico pueblo hermano vietnamita y de nuestro propio pueblo cubano, a los cuales no pudieron derrotar en el primer caso y no han podido derrotarnos a nosotros, a pesar de todo lo que hemos sufrido y estamos sufriendo… pero seguimos resistiendo.
Pero, hay dos ejemplos recientes en el tiempo que merecen ser compartidos y analizados.
Durante el primer mandato del señor Trump, muchos pensaron que se iniciaría la III Guerra Mundial por la República Popular y Democrática de Corea (RPDC), pues se enviaron a Corea del Sur fuerzas y medios militares de todo tipo, crecieron las provocaciones contra el pueblo de Corea del Norte y el lenguaje yanqui era demasiado fuerte y arrogante.
Mientras, firme en sus posiciones, la RPDC continuaba probando sus nuevos cohetes, cada vez con mayor alcance y potencia, hasta que… de la noche a la mañana el arrogante señor imperial estadounidense tuvo que negociar y entrar en razón con el dirigente norcoreano.
Más recientemente, cuando comenzara la etapa actual de genocidio de Israel contra el pueblo palestino, que hasta el momento ha dejado más de 63 mil muertos, en su mayoría mujeres y niños inocentes, los Hutíes de Yemen salieron en apoyo de sus hermanos palestinos.
El gobierno estadounidense vino enseguida al apoyo de Israel e inició una abierta agresión armada contra los Hutíes utilizando medios insignes de su Armada- muy similares a los que están desplegando frente a Venezuela en estos momentos. Muchos pensaron que ahí terminaría todo porque era Yemen contra Estados Unidos, y Yemen desgastado luego de una guerra de agresión- también auspiciada por el gobierno de Estados Unidos y llevada a cabo por varios países árabes del Golfo desde el año 2015 hasta su finalización en el 2024.
El resultado, para no hacer extenso este trabajo, puede verlo en Yemen: un hueso duro de roer: el ridículo estadounidense, publicado el 18 de marzo 2025 en este mismo sitio. Y como su mismo nombre indica, fue un ridículo para los “queridos y estimados amigos” yanquis.
Entonces, queda demostrado por la historia que si queremos sobrevivir dignamente como pueblos realmente libres e independientes debemos denunciar esta nueva provocación estadounidense en todos los niveles posibles; enfrentarla de forma digna, con mayor unidad y, fundamentalmente, con la movilización activa de nuestros pueblos, incrementando la cooperación y acciones entre nosotros, lo que indudablemente nos llevará a derrotarla.
Los países latinoamericanos y caribeños tenemos que hablar con una sola voz y actuar de forma conjunta para evitar males mayores que, al final, nos van a afectar a todos de una u otra forma, de llegar a producirse y no ser simples amenazas y provocaciones.
No basta con decir que Latinoamérica y el Caribe es una zona de paz, como quedó proclamado por la CELAC; debemos demostrar con nuestras acciones que estamos decididos a que así sea y no permitir que ningún aventurero del siglo XXI pueda imponer su voluntad contraria a esta decisión.
De forma similar lo expresó nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro a un periodista el 22 de enero de 1959 antes de salir a su primer viaje al exterior luego del triunfo revolucionario, invitado al primer aniversario del derrocamiento de la dictadura de Pérez Jiménez en Venezuela.
El Comandante expresó: “…un sueño que tengo en mi corazón y creo que lo tienen todos los hombres de América Latina, sería ver un día a la América Latina enteramente unida, que sea una sola fuerza, porque tenemos la misma raza, el mismo idioma, los mismos sentimientos…Fueron sueños de los libertadores y se le hicieron muchas estatuas a Bolívar y muy poco caso a sus ideas” 1
Hoy, cuando tanto se ha avanzado en la unidad de nuestros pueblos, a pesar de los reveses temporales sufridos por una u otra causa, aún resuenan las palabras del joven líder cubano en la Plaza del Silencio de Caracas el 23 de enero de 1959 cuando vaticinaba que Venezuela debía ser líder en la unidad de los pueblos de Nuestra América.
Y así se trabaja. Y por eso es Venezuela hoy objeto de una nueva patraña y urdimbre de mentiras por la administración de turno en la Casa Blanca.
Grandes son los retos, mayores son los peligros, pero aún mayor la determinación de los venezolanos y de los pueblos de Nuestra América por denunciar esta agresión, enfrentarse a ella y derrotarla.
1 de septiembre 2025.
1 Suárez Pérez, Eugenio y Acela Caner Román, Fidel: en el año de la liberación. T. 1, p. 101.Editorial Verde Olivo, Ciudad de La Habana, 2006
*Historiador cubano y Premio Nacional de Filatelia 2012 y miembro de la Unión de Historiadores y artistas de Cuba/agosto 2025/ septiembre 2025.