El baño que le devolvió seguridad y autonomía a José Miguel
La llegada del proyecto Mejoramientos sin barreras marcó un antes y un después en su vida. El baño fue completamente intervenido y adaptado a sus necesidades.

Foto de portada/ José Miguel Naraváez
Caminar sin miedo: Para José Miguel Narváez Lambertino, vivir con discapacidad visual significó durante años aprender a recorrer su propia casa con cautela extrema. Cada paso debía ser memorizado, cada movimiento calculado. En su vivienda del barrio El Obrero, Apartadó, el baño era el lugar más peligroso: un espacio lleno de desniveles, huecos y superficies irregulares que convertían una necesidad básica en una amenaza constante.
Sin ver con claridad, José Miguel se guiaba por la memoria y el tacto. Pero el piso desigual, la altura del filo y el deterioro de la poceta hacían que cualquier descuido pudiera terminar en una caída. “Yo me enfermaba mucho del miedo, pensando que me iba a resbalar”, recuerda. Ese temor no era exagerado: era la respuesta cotidiana a un entorno que no estaba diseñado para alguien con su condición.
La llegada del proyecto Mejoramientos sin barreras marcó un antes y un después en su vida. El baño fue completamente intervenido y adaptado a sus necesidades. Se nivelaron los pisos, se instaló una poceta nueva, una ducha segura y barras de apoyo en acero inoxidable que hoy le permiten orientarse y sostenerse con confianza. Todo quedó parejo, estable y sin obstáculos que pusieran en riesgo su integridad.
Además del baño, la vivienda recibió un lavadero nuevo, cambio que facilitó las labores diarias y mejoró la funcionalidad del hogar. Para José Miguel, no se trata solo de una obra física, sino de una transformación profunda en su rutina. “Ahora entro y salgo a cualquier hora, de noche o de día, y no hay peligro”, dice con alivio.
La mejora se siente en su cuerpo y en su ánimo. Desde que el baño fue adecuado, su miedo disminuyó y con él las tensiones que lo acompañaban a diario. “He tenido más libertad, más tranquilidad”, afirma. Poder desplazarse con seguridad dentro de su casa le devolvió autonomía, confianza y bienestar, elementos esenciales para cualquier persona, pero especialmente para alguien con discapacidad visual.
Estos mejoramientos hacen parte del proyecto Mejoramientos sin barreras, financiado por el Ayuntamiento de San Fernando y ejecutado por la Fundación Forjando Futuros, con el apoyo de la Asamblea de Cooperación por la Paz. La iniciativa busca garantizar condiciones de habitabilidad digna, segura y accesible, entendiendo que una vivienda adecuada es también una forma de cuidado y de justicia social.
José Miguel habla con gratitud. Dice que no tiene cómo pagar lo que hicieron por él, pero reconoce el valor de una ayuda que llegó cuando más la necesitaba. “Es una entidad muy buena, que ayuda a las personas que lo necesitan”, repite, convencido de que estos cambios no son menores: cambian vidas.
Hoy, sus sueños continúan. Quiere mejorar la cocina, reforzar una pieza más, seguir adaptando su hogar, construido con tablitas que ya muestran el desgaste del tiempo. Pero ahora sabe que es posible vivir mejor. La casa ya no es un laberinto peligroso, sino un espacio más amable y seguro.
A quienes esperan una oportunidad similar, José Miguel les envía un mensaje claro: confiar. Confiar en que la ayuda llega, en que la vida puede cambiar. La suya ya cambió. Y lo hizo desde un lugar tan sencillo y tan profundo como un baño seguro, pensado para que caminar sin ver no vuelva a ser un riesgo, sino un acto cotidiano de tranquilidad.



