La historia detrás de un mejoramiento de vivienda en Apartadó
El cambio en la vivienda les devolvió algo que parecía imposible: tranquilidad. “Ahora sí, el baño es amplio”, dice con alivio. “Tiene barras, tiene espacio.

(Foto principal/Edenis Rosiris Suárez Calderín-Beneficiaria
Mejoramiento Sin Barreras/ En el barrio 20 de Enero de Apartadó, donde las casas parecen sostenerse unas a otras a punta de voluntad, vive Edenis Rosiris Suárez Calderín con su mamá, María Calderín Sánchez. Ambas son mujeres de carácter firme, aunque María lleva años sin poder expresarlo. Una trombosis le arrebató el habla y la movilidad, y desde entonces su mundo depende del cuidado permanente de su hija y de dos nietos que ayudan en la rutina diaria.
“A mi mamá la cuidamos entre todos”, cuenta Edenis, de pie frente a su baño nuevo. “Ella perdió el habla y el caminar. Entonces toca moverla con cuidado, traerla desde su pieza, cargarla, sentarla… todo eso uno lo hace con cariño, pero también se cansa”.
Durante mucho tiempo, el baño de la casa fue una especie de escenario de riesgo: angosto, sin barras, sin rampas, sin espacio para maniobrar. “Antes era un bañito normal, bien angostico”, recuerda. “Yo la sentaba en la silla porque ella no camina, y ahí la bañaba. Pero había veces que se dificultaba, porque ella se quería salir de la silla. Yo sufría y ella también”.
A veces el baño ocurría al aire libre, porque adentro simplemente no era posible. “Eso me daba miedo”, dice. “Una caída, un resbalón, cualquier cosa podía pasar. Y yo tengo problemas en un seno por la fuerza que hago. Era duro, la verdad”.
La vida de estas dos mujeres cambió cuando fueron seleccionadas para el proyecto Mejoramiento Sin Barreras, financiado por el Ayuntamiento de Cádiz y ejecutado por la Fundación Forjando Futuros junto a la Asamblea de Cooperación por la Paz.
“La que metió la solicitud fue mi hija”, cuenta entre risas suaves. “Ella anotó a la abuela y así salimos favorecidas. Primero le doy gracias a Dios y después a todo ese equipo. Esa gente tiene un corazón noble, noble”. El cambio en la vivienda les devolvió algo que parecía imposible: tranquilidad.
“Ahora sí, el baño es amplio”, dice con alivio. “Tiene barras, tiene espacio. Ya yo puedo entrar con la silla de ruedas, montarla en el murito, sentarla y bañarla bien. Ella está más cómoda y yo también. Esto cambió todo”.
Además de la obra física, para Edenis fueron fundamentales las capacitaciones del proyecto. “Aprendí mucho. Nos enseñaron a no menospreciar a nadie, a servirle al otro con cariño, con amor. Porque si uno no hace eso, ¿cómo es la vida?”.

más amable para dos mujeres que lo necesitaban.
A veces, cuando habla de su mamá, la voz se le quiebra. “Me da tristeza contar eso”, dice bajito. “Verla así, pero también ver que ahora está mejor atendida, eso me da paz”.
Edenis agradece una y otra vez, como si el lenguaje no le alcanzara. “No hay con qué pagar lo que hicieron. Lo digo de corazón. Todo esto que vemos aquí, todo lo que cambió, eso es gracias al Ayuntamiento de Cádiz, a la Asamblea de Cooperación por la Paz y a la Fundación Forjando Futuros. Son bendiciones que uno no olvida”.
En el 20 de Enero, donde la vida suele ser cuesta arriba, la casa de Edenis y María ahora tiene un espacio que respira dignidad. Un baño sencillo pero seguro, un pequeño territorio donde la rutina del cuidado dejó de ser lucha y empezó a ser alivio.
Este mejoramiento no solo amplió paredes; también abrió un horizonte más amable para dos mujeres que lo necesitaban. Y para quienes las acompañan, es un recordatorio contundente: cuando una ayuda como esta llega, transforma más que una vivienda, transforma vidas enteras.






