Opinión

Para mentiras de calidad, la Casa Blanca tiene una variedad

La variedad de las mentiras utilizadas a fin de crear el ambiente propicio para ejecutar acciones preconcebidas es grande y muy antigua.

Juan Hernández Machado*Opinión/El Pregonero del Darién

El segmento de alto nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas dio inicio esta semana y, como siempre sucede, muchos esperaban que el discurso del presidente de los Estados Unidos de América, el señor Donald Trump, aportara nuevos y positivos elementos sobre los principales conflictos mundiales.

El escenario fue diferente pero el empresario devenido presidente por segunda ocasión se comportó como es, directo al punto, sin ambages ni nada nuevo ni positivo que aportar.

Luego de mencionar el supuesto accionar decisivo de su gobierno para poner fin a enfrentamientos en siete conflictos diferentes en otros continentes, el presidente estadounidense Donald Trump, con un aire nada modesto pero sí bastante prepotente, manifestó en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas este 23 de septiembre, “Es una lástima que yo haya tenido que hacer estas cosas en lugar de que las Naciones Unidas las hicieran…Lamentablemente, en todos los casos, las Naciones Unidas ni siquiera intentaron ayudar en ninguno de ellos”.

Así es el considerado por muchos como el prestigioso líder de la primera potencia mundial, el que dice y se desdice y que en este caso, mientras le aseguraba al Secretario General de la ONU que apoyaría 100% su gestión, había indicado anteriormente que su país se retirara de varios órganos de dicha institución por considerarlo pérdida de tiempo y de dinero.

Luego de las drásticas medidas contra inmigrantes en Estados Unidos, de la guerra de aranceles contra amigos y enemigos, del ataque a reactores nucleares en Irán, del incremento de maniobras militares provocadoras contra la República Popular Democrática de Corea y del apoyo irrestricto en todos los sentidos al gobierno sionista de Israel en su genocidio contra el pueblo palestino y los ataques y agresiones contra el Líbano, Siria, Yemen y la República Islámica de Irán, de su sombrero mágico y sin grandes preparativos ha convertido a Venezuela y a su presidente legítimamente electo, el compañero Nicolás Maduro, en los responsables del tráfico de drogas en el área y por esa razón ordenó desplegar medios sofisticados cercanos a ese país que ya han agredido a varias embarcaciones de pescadores bajo la excusa de que estaban transportando drogas.

Decimos excusa y le damos este título a nuestro trabajo porque realmente en las condiciones en que se encuentran los Estados Unidos de América en estos momentos y lo que nos dice su historia en los últimos 150 años, sus presidentes y equipos de dirección, sean del partido que sean, siempre han inventado una buena mentira para conseguir los objetivos que pretenden en cada caso.

Lo peor de todo no es que los gobernantes estadounidenses sean mentirosos sino que muchos países, aquellos cuyos dirigentes son asalariados yanquis y todos pudiéramos presentar unos cuantos ejemplos, y, fundamentalmente, muchos de los que pretenden mantener una posición “independiente” pero que no pueden vivir sin los consejos, las indicaciones y, al final, las órdenes emanadas desde Washington, se creen estas mentiras, conviven con ellas e integran sus fuerzas nacionales a cualquier contingente dirigido por los Estados Unidos para dar un viso de democracia a su acción intervencionista.

La variedad de las mentiras utilizadas a fin de crear el ambiente propicio para ejecutar acciones preconcebidas es grande y muy antigua.

Si lo sabremos nosotros los cubanos, que en 1898, cuando ya teníamos prácticamente derrotado al ejército colonialista español, los yanquis enviaron al acorazado Maine en una visita de cortesía, luego acusaron que “los pérfidos españoles lo hundieron en la bahía de La Habana”, y Estados Unidos entró en la guerra derrotando a España en poco tiempo.

Como premio a esa “decidida, valiente y democrática” acción, terminaron con un saldo nada despreciable: el control sobre Cuba, las Filipinas y Puerto Rico.

Como sabemos, los dos primeros países se fueron enderezando con el pasar del tiempo, pero Puerto Rico sigue siendo, desafortunadamente, una colonia yanqui.

Cuántas veces, con diferentes argumentos, no invadieron Nicaragua a inicios y mediados del siglo XX para imponer sus condiciones y a sus hombres, aún conociendo la ralea de los mismos. Tan es así que un presidente bastante moderado y deseoso de borrar la mala impresión causada por la política de garrote utilizada anteriormente por Washington en América Latina, cuando conoció la muerte del dictador Somoza en Nicaragua, que era quien representaba los intereses yanquis, manifestó “Es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”.

¿Y qué sucedió cuando la CIA preparó todas las condiciones y provocó el derrocamiento de Jacobo Arbenz en Guatemala en la década del 50?

Más cercanos en el tiempo están las invasiones a Granada y a Panamá en 1983 y 1989 respectivamente.

En el primer caso, la mentira para justificar la acción fue impedir la terminación de la construcción de un aeropuerto internacional que supuestamente, según la versión estadounidense, los soviéticos usarían para sus movimientos estratégicos en el Caribe y los cubanos, que lo estaban construyendo, se beneficiarían de ello.

Poco se dijo que el objetivo fundamental fue dividir primero al Movimiento de la Nueva Joya y lograr después el ajusticiamiento de su líder, Maurice Bishop, y luego borrar todas las huellas de transformación progresista que este había promovido en esa pequeña isla.

Todo porque Bishop era un dirigente joven y de un carisma especial que de haber subsistido hubiera contribuido a grandes transformaciones progresistas en el Caribe anglófono y su integración con los países latinoamericanos.

En Panamá la mentira fue capturar al general Noriega por su participación en el tráfico de drogas- si esa película se parece en algo a la que ahora comienzan a rodar alrededor de Venezuela y Nicolás Maduro tiene toda la intención del mundo, porque si la primera fue exitosa, ellos deben esperar que esta también lo sea. La diferencia es que Noriega fue su hombre fuerte en Panamá hasta que adoptaron esa decisión, mientras que Maduro es un bolivariano digno defensor de los verdaderos intereses de su pueblo.

Lo que tampoco se dijo como era necesario es que la causa fundamental fue la liquidación de los Batallones de la Dignidad, organizados desde la época del mandato del general Omar Torrijos- “inexplicable y casualmente” fallecido en un accidente aéreo- e integrados por lo mejor del pueblo panameño, con una orientación independentista, ya que la Casa Blanca buscaba por todas las formas posibles que no se ejecutaran los Acuerdos Torrijos- Carter mediante los cuales la administración del Canal pasaría a manos panameñas y los yanquis tendrían que sacar sus múltiples bases militares de ese territorio.

En otros teatros de operaciones la situación no fue diferente.

Con la excusa de la violación de derechos humanos, Estados Unidos logró organizar una coalición internacional y desintegrar a la antigua Yugoslavia, país socialista que, a pesar de sus contradicciones étnicas, había logrado un buen nivel de desarrollo independientemente de la Unión Soviética, bajo la dirección de Josip Broz Tito. De permanecer ese país intacto hubiera sido un mal ejemplo que Estados Unidos no podía permitir.

Luego vino la fiebre de la lucha contra el terrorismo, ese mismo terrorismo que gobiernos estadounidenses auspiciaron para enfrentar a la antigua Unión Soviética, y allá fueron las fuerzas de todo tipo a Afganistán para tener otra debacle como la que tuvieron en Vietnam en los años 70, porque cuando la Casa Blanca decidió sacar sus fuerzas de ese país, tuvo que admitir que era porque se habían estancado sin lograr durante veinte años los objetivos que perseguían.

Sin embargo, esa aventura costó, según estimados de la ONU, más de 46 mil civiles afganos asesinados y los militares estadounidenses perdieron 2,455 de sus efectivos, según datos oficiales suministrados a la prensa.

Y qué decir de la lucha contra las armas de exterminio en masa. Tema bonito, interesante, especial para infundir miedo a los que desean vivir en paz. De esa forma incursionaron en un par de ocasiones en Siria, cuando mandaba Bashar Al Assad a quien acusaron de poseer y utilizar armas químicas contra sus opositores, pero las mismas nunca aparecieron.

El 20 de marzo de 2003, luego de organizar una coalición con países aliados, Estados Unidos inició su guerra contra Iraq para eliminar las armas de exterminio en masa que dijeron que ese país poseía y que nunca aparecieron.

Siete años duró la ocupación, destruyeron el país, causaron más de 400 mil muertos según estimados de la Organización Mundial de la Salud, mientras que otras encuestadoras dieron cifras superiores.El objetivo fundamental era acabar con Sadam Hussein, su asociado en la guerra contra la República Islámica de Irán, pero que ya no les servía.

Lamentablemente, el incidente se olvidó y Washington pudo continuar utilizando sus excusas de la mejor forma posible para lograr sus objetivos.

En todos los casos anteriores, con los matices correspondientes, el resultado fue el mismo: pueblos que pagaron un alto costo en vidas y sufrimientos, infraestructuras destruidas, dignidades mancilladas, esperanzas perdidas y recursos estratégicos que pasaron a engrosar los inventarios de las empresas- yanquis, como es lógico- que humanitaria y caritativamente fueron a “ayudar” a que la democracia, los derechos humanos, el anti terrorismo y el mundo libre de drogas prevalecieran.

Y si antes dijimos que el señor presidente Trump se dice y se desdice lo hacemos con toda la razón, según sus propias palabras. En junio pasado, como estaba muy preocupado porque supuestamente los iraníes estaban construyendo el arma atómica, afirmó “les he dado dos semanas para que suspendan el programa nuclear. Si no lo hacen, los atacaremos”.

Sin embargo, sin informar a la ONU, como habían hecho en ocasiones anteriores buscando el amparo de dicha organización para atacar a otros países, 24 horas después de dicha advertencia, ordenó que sus bombarderos B-2 atacaran las instalaciones nucleares iraníes de Fordo, Natanz e Isfahán, donde los iraníes trabajaban con elementos nucleares para uso pacífico y no para la construcción de arma nuclear alguna. Su satisfacción lo llevó a decir al final “Fue un éxito militar espectacular”.

Entonces, ¿podemos creer en lo que dice el presidene estadounidense?

Ahora, los tambores de la guerra suenan contra Venezuela y su presidente.

Se les acusa por las drogas, pero sería interesante echar una ligera ojeada al comportamiento de los Estados Unidos en este terreno, donde es el principal mercado para las mismas en nuestro continente.

Ya no es secreto porque en su momento recibió bastante divulgación, que sus instituciones especializadas de inteligencia, por una u otra razón, con una u otra excusa en el momento determinado, estuvieron vinculadas al tráfico de drogas hacia Estados Unidos desde Vietnam, Laos y Cambodia en la década del 70 del pasado siglo; el escándalo Iran-Contras no pudo ser más explícito; en años recientes son disímiles los ejemplos denunciados durante la ocupación yanqui en Afganistán y en Iraq, por solo citar algunos pocos ejemplos.

Lo cierto es que excusa, mentira, telón de fondo o como querramos llamar a las actuales acusaciones contra Venezuela- y estimado lector, no empleamos el lenguaje diplomático que se debiera utilizar para que las acusaciones no sean tan fuertes porque como nuestra propia existencia es la que se encuentra en juego, no es el momento de andar con paños tibios para enfrentar el mal- el despliegue militar estadounidense en nuestra área nos amenaza a todos.

Tan es así, que el mismísimo señor Trump, que tanto le gusta alardear de su poder, lo ha manifestado en redes sociales que utiliza: «Cuando Venezuela sea libre, y Cuba sea libre, y Nicaragua sea libre, este se convertirá en el primer hemisferio libre en toda la historia de la humanidad… ha llegado la última hora del socialismo en nuestro hemisferio, y francamente en muchas partes alrededor del mundo. Los días del socialismo están contados. No solo en Venezuela sino en Nicaragua y en Cuba”. 

Para esas palabras no hace falta traductor alguno, se comprenden clarito, clarito y nos confirma que las acusaciones a Venezuela por las drogas o por los locos y criminales inmigrantes venezolanos que dice el señor Trump que están aterrorizando a los Estados Unidos son totalmente falsas, una justificación para agredir a este hermano país.

De todas formas, como algo colateral que es importante tener en cuenta. Ahora Trump se queja de los cientos de miles de inmigrantes indeseables, ahora son locos, criminales, asesinos, etc, pero durante muchos, muchos años, el gobierno de turno en los Estados Unidos ha promovido el robo de cerebros en los países de Nuestra América y ha dado cabida con gusto a cuanto opositor y antagonista de los gobiernos progresistas nuestros haya llegado a su territorio.

Indudablemente que la Casa Blanca está militarizando nuestra región y eso la lleva a volver a ocupar posiciones militares en Puerto Rico y en Panamá que hacía años que había abandonado. Esto para no hablar de las facilidades que voluntariamente dirigentes como Noboa de Ecuador y el señor de la sierra, el argentino Milei, han facilitado ya a su excelencia el señor Trump.

Todos tenemos el deber y el derecho de condenar esa nueva militarización de nuestra área por parte de Estados Unidos y las agresiones y provocaciones contra el hermano gobierno y pueblo de Venezuela.

Ese país, y todos los que pensamos igual, tenemos también el deber y el derecho de prepararnos, de entrenarnos, de hacerles saber a los “amigos” yanquis que aunque somos más pequeños, tenemos menos recursos y sufrimos muchas dificultades que ellos mismos nos crean, somos una afilada espina que si se les atraviesa en la garganta puede hacerles mucho daño.

*Historiador cubano y Premio Nacional de Filatelia 2012 y miembro de la Unión de Historiadores y Artistas de Cuba/septiembre 2025.

Wilmar Jaramillo Velásquez

Comunicador Social Periodista. Con más de treinta años de experiencia en medios de comunicación, 25 de ellos en la región de Urabá. Egresado de la Universidad Jorge Tadeo Lozano

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