Opinión

La encrucijada: Unidad o derrota anunciada

El llamado que formulo desde esta tribuna es a la construcción de un mecanismo de unidad que priorice la preservación del proyecto sobre cualquier interés particular.

Como ciudadano, he sido testigo de numerosos procesos electorales en Colombia, pero pocos presentan una paradoja tan compleja como la que actualmente enfrenta el Pacto Histórico. La riqueza de tener múltiples candidaturas de calidad se ve opacada por el riesgo real de que la oposición utilice las reglas del juego para descabezar al progresismo en la próxima contienda presidencial.

Al observar el panorama, no puedo sino admirar la cantera de talento que ha surgido. En Iván Cepeda vemos la materialización de una lucha inquebrantable por los derechos humanos y la justicia; en Carolina Corcho, una capacidad técnica y argumentativa excepcional; en Susana Mohamad y Gustavo Bolívar, voces que representan distintas facciones de una coalición que busca transformar el país. Cada uno, por mérito propio, podría aspirar a la primera magistratura.

Sin embargo, mi preocupación es mayúscula. La consulta abierta del Pacto Histórico, aunque bienintencionada en su diseño democratizador, contiene un virus que podría infectar y destruir todo el proyecto desde adentro. La posibilidad de que votantes de derecha participen masivamente para elegir al candidato que consideran más débil o, peor aún, al que perciben como ajeno al núcleo ideológico del pacto, es un riesgo que no puede subestimarse.

La presencia de Daniel Quintero en esta contienda es el elemento que cataliza este peligro. Más allá de los méritos o deméritos de su gestión, se ha convertido en el vehículo perfecto para una operación de sabotaje electoral que podría determinar el candidato del Pacto Histórico sin que sus bases reales hayan podido decidir libremente.

En mi opinión, estamos ante un momento que excede las ambiciones personales. He visto cómo en otras latitudes las fuerzas progresistas han naufragado en el mar de la fragmentación y la vanidad personal. La disyuntiva actual no es sobre quién es mejor candidato, sino sobre qué mecanismo podemos implementar para evitar que la derecha elija por nosotros.

La solución, creo firmemente, pasa por un ejercicio de madurez política sin precedentes recientes. Los precandidatos deben reconocer que pertenecen a un proyecto superior a sus individualidades y que la unidad estratégica no es una derrota, sino la única victoria posible frente a un adversario que no juega con las mismas reglas.

El contexto nacional así lo exige. Los recientes atentados en Cali nos recuerdan que las fuerzas de la violencia y la destabilización operan sin pausa. Frente a esto, una campaña de desinformación y rumores parece casi trivial, pero no por ello menos letal. La integridad de figuras como Cepeda, probada en los estrados judiciales, será puesta a prueba en el tribunal de la opinión pública mediante tácticas de intoxicación masiva.

Me preocupa profundamente que, ante la magnitud de estos desafíos, algunos prefieran seguir adelante con sus aspiraciones personales sin considerar el riesgo colectivo.

El llamado que formulo desde esta tribuna es a la construcción de un mecanismo de unidad que priorice la preservación del proyecto sobre cualquier interés particular. Esto requiere concesiones mutuas, diálogo franco y, sobre todo, la comprensión de que el verdadero enemigo no está dentro del Pacto Histórico, sino en aquellos que quieren ver fracasar cualquier intento de transformación real en Colombia.

El tiempo de decidir es ahora. La historia juzgará severamente a quienes, pudiendo evitar una derrota anunciada, privilegiaron su ambición personal sobre el futuro de un proyecto que representa las esperanzas de millones de colombianos. O construimos unidad, o construiremos nuestra propia tumba política.

Libardo Antonio Vasquez Quintero

Programador y diseñador web. Con más de 20 años de experiencia en el sector audiovisual, soy apasionado por las comunicaciones. Defiendo las ideas libres y el pensamiento crítico. Soy fiel creyente en la utopía de ver una Colombia en paz.

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