Opinión

De la sedición, a las amenazas del imperio

Larga y cansona es la entrevista que el ex canciller le concedió a Semana. Tal vez otras fueran las preguntas que El País de España -que fue el medio que lo denunció-, le hubiera formulado con base a otras evidencias.

Juan Fernando Uribe Duque/Opinión/ El Pregonero del Darién.

Después de leer la entrevista que Semana le hizo a Álvaro Leyva, el lector desprevenido concluye que Petro es un irresponsable alcohólico y drogadicto, que tiene al país al garete y que debe ser removido cuanto antes. También es enfático en decir que no ha urdido ningún golpe de Estado – tampoco contra Samper en compañía de Castaño, ni su padre Jorge Leyva Urdaneta nunca quiso “excluir” a Gaitán del debate electoral- y que las grabaciones que le hicieron son un delito de alguien que le ha vulnerado su intimidad, puesto que él puede hablar con quien quiera y expresar también lo que “se le venga en gana” sin tener que dar ninguna explicación, incluso sugiere saber quién fue el entrometido. Así mismo dice que Vicky Dávila “no tuvo nada que ver” y que nunca se ha entrevistado con Marco Rubio, pero que, si conoce de vieja data a los Diaz Gallart, y que sus encuentros en Washington fueron en honor a su amistad para evocar el recuerdo de sus padres en esas trágicas épocas del primer exilio cubano. Nada, continúa, todo es una farsa paranoica urdida por los afectos al gobierno para formar una mala atmósfera y disimular las falencias psico adictivas del presidente creándole de paso un halo de martirio y persecución para satanizar a la oposición, a ese uribismo desesperado que teme que una vez en la cárcel, su líder pierda prestigio y capacidad de convocatoria.

Dice Leyva que muchas veces vio borracho al presidente llevado por sus escoltas y que compartía su preocupación por las súbitas ausencias y la falta de cumplimiento a ciertos actos en los que él tenía el suplicio de reemplazarlo para no pasar vergüenzas. Se explaya animoso en estas anécdotas dando a entender que lo que se ha logrado en las múltiples correrías internacionales, son meros hechos baladíes, y que los dos o tres discursos diarios del presidente, sus visitas a todas las regiones más distantes del país, sus largas jornadas en los Consejos de ministros – por primera vez televisados- son meros efectos de una dosis sostenida de cocaína y licor independientemente de la cenas que consume muchas veces acompañada de banano su fruta preferida. Leyva diría que como pasante… como no.

Larga y cansona es la entrevista que el ex canciller le concedió a Semana. Tal vez otras fueran las preguntas que El País de España -que fue el medio que lo denunció-, le hubiera formulado con base a otras evidencias.

Como diplomático experto, Leyva sabe que sus declaraciones son mejor aceptadas en un público, que, como el colombiano, tiene un sentido crítico muy pobre acostumbrado a titulares de crónica roja o de un amarillismo lastimoso y ramplón.

Pero vemos las fotos de Vicky al lado del congresista Giménez -con “G” – entregándole algo así como un trofeo luego de decirle que Petro es un narcoterrorista asesino que tiene al país al borde del abismo. Claro, como si después de tres años estuviéramos sumidos en la miseria con la inflación por las nubes, el dólar a $ 10.000 y todos los otros ítems que hablan de una reactivación sostenida y un apoyo popular como nunca antes lo había conseguido un gobierno y en especial un caudillo como Gustavo Petro… imagen de ese “gran mulato” del que hablaba Fernando González: un crisol en bruto formado a partir de la sangre y las ideas de líderes como Bolívar, Uribe Uribe y Gaitán. 

La historia colombiana tiende a reciclarse intentando hacer analogía  del periodo de la llamada “Regeneración” cuando Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro desmontaron la Constitución del 63, progresista y laica, volviendo a las viejas cavernas de un feudalismo cerril que venciendo por la fuerza de los hachazos que sacrificaron a Rafael Uribe Uribe, le abrieron al país la puerta al viejo espíritu colonialista salvaje y sumiso al imperio; ese mismo que nos arrebatara  Panamá -media Colombia- sobornando y presionando a una élite blanca esclavista y temerosa del garrote que con cada golpe los endulzaba para actuar en contra del pueblo. Y es ahora precisamente cuando el neofascismo de Donald Trump y sus aliados sionistas quieren borrar de un tajo lo que a fuerza de conocimiento y superación humanística se ha tratado de lograr: la inclusión del más débil en un plan de restauración y dignidad; pero no, en lugar de eso se crean cárceles para migrantes vigiladas por cocodrilos y serpientes, magnificando los genocidios ante la vista indolente de un mundo asombrado que corre tras la sombra del tirano para no ser excluido… o bombardeado.

De lambones, traidores, asesinos y manipuladores, está lleno el mundo…

Wilmar Jaramillo Velásquez

Comunicador Social Periodista. Con más de treinta años de experiencia en medios de comunicación, 25 de ellos en la región de Urabá. Egresado de la Universidad Jorge Tadeo Lozano

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