
Por: Carlos Julio Mazo Ospina-especial para EL PREGONERO DEL DARIÉN
Llama la atención por ejemplo que en Urabá ningún alcalde habla de congelar los cobros de predial, de Industria y Comercio o asumir en un porcentaje el pago de los servicios públicos para los estratos 1-2 y 3 como lo ha autorizado el gobierno nacional y como algunos alcaldes con más sensibilidad social lo están aplicando.
Sin comenzar la productividad, sin normalizarse las actividades sobre todo de los pequeños comerciantes de los trabajadores informales, los alcaldes suspendieron las entregas de paquetes alimentarios, sometiendo a un gran numero de familias al encierro y al hambre.
Tenemos que entender que la pandemia está en todo su furor, que no hemos superado nada y que las medidas sociales son cada día más apremiantes, que a los actuales gobernantes los recordará la historia, no tanto por el numero muros de cemento que levantaron, sino por su generosidad, creatividad e inteligencia para capotear una emergencia que no estaba ni en los programas de gobierno ni las agendas de nadie.
Tenemos que entender que la urgencia hoy es el día día de las familias desprotegidas, que el estómago no da espera, que, si bien la mano del gobierno nacional no se ha sentido en la provincia, que al menos se sienta la de sus alcaldes por su cercanía con el pueblo, por conocer su geografía, su entorno y por ese camino sus necesidades básicas.
Hoy más que nunca necesitamos de unos alcaldes arropados con una coraza de humildad, de sentido humano, de gran compromiso social, el cemento puede dar espera, la vida, el hambre de sus ciudadanos no.