Por: Wilmar Jaramillo Velásquez-Columnista-El Pregonero del Darién
Los periodistas serios, responsables con su profesión, se están extinguiendo, se han ido apagando por sustracción de materia, hoy la meta está en quien paga más para silenciarlos y voltear su artillería contra los oponentes de sus patronos, de quienes firman el cheque.
Se apagó el periodismo investigativo, por miedo o por artimañas de los corruptos, desapareció el buen reportaje, la buena crónica, la buena entrevista y, los periodistas actúan más como jefes de propaganda que como comunicadores.

Se trata de un mal que carcome el periodismo en el mundo, no solamente en Colombia, desde luego como carcome a otras profesiones. Es el resultado de la batalla perdida contra el delito, contra las mafias que se adueñaron de la política, tanto en las grandes ciudades como en la provincia.
Lo que no estamos viendo, es que el daño que el periodismo le hace a la sociedad, es mucho más visible y relevante. Muchas personas creen ciegamente en las mentiras que los medios replican hasta hacerlas aparecer como verdades, creen en los ídolos de barro que estos construyen.
Los medios crean unos monstruos en la política, por ejemplo, los hacen senadores o presidentes y aunque luego comprenden el daño irreparable que hicieron, ya es tarde para remediarlo y comienzan un mea culpa que de poco o nada sirve, aunque no todos, porque otros siguen aferrados al monstruo dispuestos a sepultarse con él.
Cada año por este mes de febrero, justo cuando se celebra o conmemora el día clásico de los periodistas, escribo algunas reflexiones sobre el gremio periodístico, más dirigido a los jóvenes que están en la academia, aquellos en formación, que, a los viejos mañosos como yo, reacios al cambio, con la esperanza que motive, que genere una opinión, que permita retomar el rumbo perdido.
El periodismo al servicio del poder, de los gremios económicos, el periodismo alquilado a la delincuencia política, hace un daño irreparable a la sociedad, ya hoy es muy difícil separar la propaganda del verdadero periodismo, se han fusionado a tal extremo que hoy caminan como siameses.
Pero no solamente esto viene ocurriendo, ahora quienes no transiten por ese camino del delito, son segregados y tratados como parias, son los “resentidos de la sociedad”, son los que “ponen el palo en la rueda”, los que no dejan trabajar al alcalde o al gobernador. “Al fin y al cabo todos roban”, es la tesis esgrimida.
Como si esto fuera poco, ahora los gobernantes se han blindado de poderosos grupos de propagandistas, que dicen ser periodistas; con los recursos públicos montan fuertes equipos de comunicación para auto adularse y, no contentos con ello, pagan con migajas del poder a otro grupo de lava perros, para que hablen bien de ellos por redes sociales y refuten y pelen los colmillos a quienes se atrevan a criticar el poder.
Duele decirlo, duele reconocer la derrota, pero la corrupción le ha ganado la batalla al país y en eso los medios de comunicación fuera de cómplices, han jugado un papel fundamental.
Vale reconocer las pocas excepciones de periodistas honestos, valientes, sobre los cuales cabalga el pedazo de país decente que sobrevive a la hecatombe.
Hay dos ejemplos recientes, aún calientes sobre como el empresariado antioqueño se alió con un grupo de burócratas deshonestos para apoderarse de los negocios de las Empresas Públicas de Medellín y, como un amplio sector de la prensa tapa y muestra a uno de los responsables como el dueño de la transparencia en Colombia y, hoy lo tiene como presidenciable, con amplia favorabilidad en las encuestas y, al hombre que los denunció, en la picota pública, defendiéndose todos los días, bajo un poder económico y político que aunque golpeado está vivo y coleando.
El otro ejemplo es la fiesta que han hecho la mayoría de los medios de propaganda al servicio del poder, con la llegada de míseras 50 mil vacunas, después de varias mentiras del ejecutivo nacional, para inmunizar a una población de 50 millones de habitantes, dos ejemplos no más, pero abundan.
Yo sigo creyendo en las enseñanzas de ese gran maestro de ética, Javier Darío Restrepo (Q.E.P.D), cuando dijo, que el periodismo debe estar del lado de los pobres, de los más débiles, no del poder”
Bien por Wilmar que en medio de las dificultades mantiene en alto la dignidad de ser humano y por ahí mismo la del periodista honesto que mantiene firme su voluntad de hacer el periodismo del lado de los marginados, pero por sobre todo hacerlo del lado de la verdad. Adelante con su Pregonero Del Darien
En estos tiempos que el gobierno Colombiano, ha mostrado su cara fascista, es cuando los periodistas independientes deben estar atentos a informar sobre la realidad y sobre la protección a los derechos humanos. Es cuando el pueblo necesita la verdad de los hechos, no la verdad del gobierno en contra de los intereses populares. Cuando las políticas del gobierno favorecen a los poderosos banqueros y terratenientes y políticos corruptos y empobrecen mas a los desvalidos y necesitados. Cuando las balas auspiciadas y financiadas por los grupos económicos enemigos de la paz, terminan la vida de quienes defienden los derechos humanos y el medio ambiente. Es cuando es mas necesario el medio y el periodista independiente, que con valentía y objetividad, este al lado de la verdad, comunicando sin temor y sin intereses económicos, ni de poder, de por medio.