
Don Eduardo de Jesús Vanegas Amariles, tenía más de cien años y ejerció todos los oficios, desde camionero, constructor, vendedor callejero y obrero bananero, gozaba de perfecta salud, por eso su muerte registrada en Carepa en la madrugada de hoy, causó sorpresa entre la comunidad, donde era apreciado por su don de gente, su locuacidad, buen ánimo y buen humor.
El pasado 12 de julio acudió a la notaria de Chigorodó para realizar una diligencia y de inmediato llamó la atención de todos, al exhibir su cédula de la ciudadanía y comprobarse que este mes de diciembre próximo cumpliría 102 años.
El propio notario salió a saludarlo, compartió con él una amena charla le tomó fotografías y hasta un corto video le hizo.

Don Eduardo estuvo muy molesto los últimos días por el confinamiento motivado por la pandemia, pero sobre todo por no poder trabajar, no le gustaba estar encerrado ni quieto, su vida era el trabajo y la interacción, con la gente. “Eso lo mató” dijo uno de sus amigos en la panadería de Alpidio, en el centro de Carepa, donde solía ir a disfrutar de pasteles y el pan fresco.
Don Eduardo se sintió mal de la respiración en su casa de Carepa y la familia lo trasladó al hospital local, donde falleció minutos después, cuando le era instalado un sistema de oxígeno, dijo uno de sus parientes, agregando el funeral se llevó a cabo en la mañana de hoy miércoles.
Justamente EL PREGONERO DEL DARIÉN había publicado una crónica sobre don Eduardo, el pasado 19 de febrero, nota periodística que fue leída por gran cantidad de personas de la región, donde era ampliamente conocido y apreciado, la cual trascribimos a continuación:
Crónicas del Camino
Por: Wilmar Jaramillo Velásquez
De EL PREGONERO DEL DARIÉN

Por su vitalidad y ganas de trabajar nadie le cree que tiene 101 años, y a cada rato tiene que estar exhibiendo su cédula para taparles la boca a los incrédulos. Nació en la vereda Chagualdan del municipio de Abejorral Antioquia, un dos de diciembre de 1918 y se llama, Eduardo de Jesús Vanegas Amariles, el lotero más viejo de Colombia, hoy en pleno ejercicio de sus funciones, en el municipio de Carepa, donde llegó hace 36 años para no volver a salir jamás.
En diciembre pasado cumplió 101 años, pero ya poco interés le presta a esa fecha, cree que el vivir tranquilo, sin envidias ni rencores, comer bien, dormir bien y estar en movimiento, son las claves para su longevidad.
Don Eduardo ha ejercido un sin número de oficios, fue camionero, aún conserva su pase que se le disuelve entre los dedos por el paso del tiempo, fue conductor de “chivero” prestó servicio militar en el apogeo del coronel Rojas Pinilla, quien luego fue general y hasta presidente.
Al Lotero más viejo de Colombia, nada lo amilana.
Transportó personal de Cartago, por todo el norte del Valle, hacia los cultivos de soya, trabajó como constructor, después como obrero bananero, allí aprendió todos los oficios, hasta su llegada a Carepa, donde trabajó como vendedor de chance y empanadas; finalmente se dedicó por completo a la venta de loterías.
Sus amigos en Carepa lo apodaron “Comelón”, cuando terminaba la venta de empanadas, compraba la carne y la echaba en la canasta de regreso a casa. “Alguien me dijo “Comelón” y así me siguieron diciendo, incluso yo saludaba, hola comelón, hola comelona, al punto que hoy a muchas personas que conozco hace treinta años, no les sé el nombre, y les sigo diciendo comelones”.
Don Eduardo dice que no se jubiló, porque en la época en que trabajó con empresas, no hacían los descuentos de ley y que nunca fue a la escuela, pero empíricamente, hace cuentas, devuelve sin problemas a sus clientes y posee una impresionante visión, lee sin ninguna ayuda.
El lotero vive hoy con su hija Amanda Lucía Vanegas, es padre de ocho hijos, siete están vivos distribuidos por varias latitudes incluyendo una que vive en España.
Su esposa, Anatolia Vera, viajó de este mundo hace 22 años.
“Yo soy lotero con resultados, he vendido ocho premios gordos y numerosos secos” dice orgulloso de su oficio.

Este hombre que sobrevivió a tres accidentes de tránsito, uno en el que incluso lo dieron por muerto, dice que perdió la cuenta hace rato de cuantos nietos y bisnietos tiene, advierte que de tal palo tal astilla porque su padre Manuel María Vanegas, murió de 104 años y su señora madre, María, de 102.
Sobre la fortuna, la ha tenido en ocho oportunidades en sus manos, pero ajena, porque ha vendido los billetes de lotería y otras personas se han quedado con la plata, pero eso no lo incomoda, dice que es mejor la tranquilidad que la plata y con sus pasos lentos, pero seguros, sigue recorriendo las calles de Carepa, vendiendo una ilusión que de pronto se vuelve realidad para al algún comprador, aunque eso es como ganarse una lotería, dicen por ahí.