Al cumplirse hoy 30 años de la desmovilización del entonces Ejército Popular de Liberación EPL, varios de sus dirigentes, han expedido el siguiente comunicado:
“En la madrugada del Domingo primero de marzo de 1991 decenas de destartalados camiones salieron de todos los rincones de las fincas bananeras. Cientos de obreros bananeros y campesinos se trasladaron al corregimiento de Pueblo Nuevo Necoclí, con la intención de manifestar su incondicional apoyo al proceso de paz pactado entre el Ejército Popular de Liberación y el gobierno nacional y darle la bienvenida al movimiento político Esperanza Paz y Libertad que nació ese día fruto del pacto de paz. Este acontecimiento fue el reflejo de la gran esperanza que generó en Urabá la desmovilización del EPL.

El partido Comunista de Colombia Marxista- Leninista del cual era brazo armado el EPL, desde la de década de los ochenta echó profundas raíces en el tejido de los trabajares bananeros y de los campesinos de Urabá, se convirtió en un factor de cohesión social, incidió de forma significativa en la configuración territorial y construyó sólidas identidades políticas. Gracias a la actividad de este partido aparecen en escena poderosos actores sociales como el sindicato de trabajadores bananeros, Sintagro el sindicato mayoritario de la zona que posteriormente se fusiono en Sintrainagro y movimientos de lucha por la tierra que cambiaron significativamente las condiciones de vida de los pobladores, que además se convirtieron en actores políticos decisivos en los positivos logros de Esperanza Paz y Libertad en el ámbito regional y departamental.

La paz no podía reducirse al simple ritual de la dejación de las armas. Era necesario ponerle fin a una guerra civil en ciernes y superar la fase del trámite violento de los conflictos laborales y sociales. El pacto social fue decisivo para civilizar las relaciones laborales, para entender la necesidad de construir consensos, para cambiar mentalidades y para visionar nuevos modelos para el ejercicio sindical y resolver las diferencias.
El proceso de paz del EPL fue víctima de los embates de diferentes actores armados: unos lo hicieron movidos por la sed de venganza y por la urticaria que les producía la presencia de nuestra militancia en los territorios del norte de Urabá para sus propósitos; otros, en el eje bananero, lo hicieron movidos por el pánico que les producía un proceso de paz que había tocado la fibra más profunda de los habitantes de Urabá y que les cuestionaba su legitimidad.

La desmovilización de las FARC inicia los tiempos del post conflicto y de la justicia transicional que son majestuosos y esperanzadores: potencian las imágenes, las voces y las historias de las víctimas del conflicto armado, traen al escenario público sus recuerdos y sus traumatismos, y ponen a chirriar los fragmentos de sus memorias. Desde hace cinco años hemos venido participando del escenario de justicia transicional creado por la ley de justicia y Paz, visibilizando las atrocidades y la barbarie cometidas en contra del proceso de paz del EPL en Urabá por parte de los diferentes actores armado. En especial, resalta el reconocimiento de culpas por parte de desmovilizados del quinto frente de las FARC, quienes en sus relatos ratifican que fue política de esta organización atacar sistemáticamente al movimiento Esperanza paz y libertad en Urabá. Gracias a estas confesiones se imputaron cargos por parte de la fiscalía de justicia transicional en contra de desmovilizados del quinto frente de las FARC por el exterminio del movimiento político Esperanza Paz y Libertad, marcando un hito que rompe con la impunidad ramplona que en estos casos caracterizó la triste actuación de la justicia colombiana.

El día tres de Marzo presentaremos ante la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP, el informe titulado “Renacer de una Esperanza”, con el objetivo que el exterminio del movimiento político Esperanza Paz y Libertad sea reconocido ante esta jurisdicción. Renacer de una Esperanza nos brinda la oportunidad maravillosa y única de revivir a nuestros compañeros, amigos y familiares victimizados por todos los actores del conflicto armado en la región de Urabá. No se trata de una resurrección: se trata de recordarlos, de sacarlos del ostracismo y del olvido, de posibilitar que salgan de los escaparates de la historia en los que fueron confinados, que recuperen sus voces, sus nombres, sus memorias y les restituyan sus identidades políticas que fueron expropiadas con claros fines de ocultar esta tragedia. En definitiva, se trata de exaltarlos, de que al cabo de tantos años sean reconocidos como seres singulares a quienes la historia oficial simple y llanamente ignoró y borró del imaginario colectivo. “Qué responderán los historiadores si todos los muertos recuperaran de pronto sus voces y se defendieran contra la distribución de censuras y de alabanzas, de culpabilidades y de responsabilidades?”. (Régine Robin).
Guillermo Correa Mario Agudelo
Libardo Petro Miguel Osorio