
“Sakura Ediciones presenta una edición impecable, cuidada en todos sus detalles, de 308 páginas con el registro escrito de 89 personas (filósofos, poetas, escritores y artistas), de 12 países, que vencieron el tiempo implacable y la segura muerte, entregándonos un rasgo que perdurará para siempre, sobre todo en estos tiempos de cuarentena que conspiran contra toda la humanidad”. Cuarentena 2020, es el título de la obra.
Pero esta obra tan cuidadosamente elaborada, trae una sorpresa especial para los amantes de la lectura, el escritor y académico, Clarildo Mena Hinestroza, aparece en ella con el cuento titulado “El Intruso Indolente”, en el cual relata hábilmente en un corto espacio, el plano universal de la pandemia que hoy tiene al mundo en ascuas, en un lenguaje al que ya nos tiene acostumbrados el autor resume desde su óptica, la presencia del virus y la forma como nos llevó al confinamiento.
Aquí el cuento- Por: Clarildo Mena Hinestroza
Las campanas de la iglesia repicaron de una manera inusual, su sonar se escuchó muy diferente, era como un eco intenso y un sonido escalofriante.
De inmediato se llenó el templo y sus alrededores, la gente se veía a la expectativa; todos coincidían en no haber escuchado jamás ese repicar de las campanas.
El sacristán, con voz asustadiza dijo a los presentes: Los entiendo, yo también estoy aterrado, hice lo de costumbre, pero hoy sentí como si una fuerza extraña estuviera al mando de mi cuerpo.
El padre Elías ordenó el repicar de las campanas, tiene algo para ustedes.
El sacerdote al advertir tan masiva asistencia expresó: Ahora estoy más aturdido que ustedes, es que vinieron inusualmente casi todos, y más puntual que nunca.
Veo y eso asusta, gente que jamás acude al repicar de las campanas.
Pero debemos tranquilizarnos, hoy tenía que ser así, hoy no se trata de la misa de un difunto, o de una reunión parroquial. Se trata de un incómodo visitante que pronto estará con nosotros. Será como un espíritu, jamás lo veremos, pero lo sentiremos.
Es un regalo indeseable que nos viene desde oriente, viajando en primera clase para estar con nuestra gente. Muy ligero de equipaje será un intruso indolente. No sé cuándo llegará, pero está que nos encierra, es invisible y letal este mal que nos asecha.
Nos aturde el gran poder de este rey sin corona, que baja de un pedestal muchas verdades remotas, que nos invita a pensar que somos como una mosca.
Despidámonos ahora y no se sabe hasta cuándo, quiera mi Dios que al volver seamos mejores humanos.
De mañana en adelante estaremos confinados, elevado en oración y en espera de un milagro. ¡Que se valla este intruso que nunca hemos invitado!
Murmuró don Sebastián un tradicional tendero bien metido dentro de mi tienda, si me toca morir, muero yo jamás renunciaré al servicio de mi pueblo, aunque calumnien algunos que lo hago por el dinero.
Un agente expresó con la ley entre las manos, vamos a estar en las calles evitando que este intruso por descuido nos acabe.
Yo estaré de frente al sol atendiendo a mi pueblo, dijo el médico Ramón, soy de los muchos que a riesgo estaremos bien pendientes de todos nuestros enfermos que este cruel enemigo traerá a nuestro pueblo. Y si me toca morir así tranquilo yo me muero. Pues sin presión escogí vivir entre los enfermos.

Un campesino ilustró quitándose su sombrero, para el monte yo me voy a seguir labrando el suelo, yo como siempre estaré, en los campos de mi tierra para inundar la ciudad de una comida bien fresca.
Un anciano respetado se levantó de su silla y dijo con voz tranquila escuchando lo advertido: En casa nos quedaremos por los tuyos y por los míos, estaremos en familia como nunca bien unidos, integrándonos mejor hermanos, padres e hijos; al mal tiempo buena cara y como nos cambia la vida en minutos o segundos.
Los de arriba, los de abajo y los medio también. Todos están inclinados ante este nuevo rey; amo inclemente y potente que a toditos por igual nos guarda como recluso.
Dijo el poeta Cleofás las calles estarán vacías; triste cuando unos se van, otros alegres regresan. Verán pájaros cantar en los árboles urbanos, los ríos amamantar saludables a sus peces, los océanos renacer con sus corales y especies. Los árboles verdecer en aire puro y soñado. El silencio y la quietud en los aires congelado.
Triste cuando unos se van, otros alegres regresan. Llegan a recuperar lo que antes era su selva.
El oso invitó al asno, el tigre invitó al león y la iguana a la culebra, ¡¡¡Vamos a pasear en paz, La plaga está en cuarentena!!!