Las Zonas Binacionales
La Grancolombia debe iniciar su gestación en forma funcional y decidida. La sola altillanura colombo venezolana es del tamaño de Ucrania y sería una gran despensa alimentaria mundial.
Juan Fernando Uribe Duque/Opinión/ El Pregonero del Darién.
La idea de establecer zonas binacionales entre Colombia y Venezuela es interesante, y le traería beneficios a ambos países toda vez que gran parte de la frontera tiene características geográficas y étnicas comunes. Por algo allí habitan cinco millones de compatriotas y a través de la historia, sus usos y costumbres han sido compartidos.
El sueño bolivariano de una Grancolombia poderosa no se puede desechar, máxime ahora cuando urge la unión de los países del llamado “Sur Global” para enfrentar la afrenta de los Estados Unidos que cierra fronteras, impone aranceles injustos, y nos trata muchas veces como delincuentes desconociendo todos los tratados y hasta las más elementales normas de dignidad.
Conformar una gran área territorial compartida entre los departamentos de Norte de Santander, el Cesar y la Guajira, facilitaría el progreso y el bienestar de sus habitantes y se entraría a tratar el tema de las guerrillas como un reto común con miras a una legalización lenta pero continua del narcotráfico, entendiéndolo como un fenómeno de nunca acabar que necesita ser regulado entre los dos gobiernos sin que ello implique la pérdida de la autonomía nacional. Se crearía algo así como una gran Área Metropolitana con una normatividad comercial y una jurisprudencia específicas tendientes a facilitar procesos y favorecer a una población actualmente cautiva de una violencia y un atraso consecuente. Tanto los departamentos de Zulia y del Táchira, tan colombianos como venezolanos, obtendrán beneficios si el proyecto es bien planificado y ejecutado en forma consensuada con la población.
La Grancolombia debe iniciar su gestación en forma funcional y decidida. La sola altillanura colombo venezolana es del tamaño de Ucrania y sería una gran despensa alimentaria mundial; todos sus recursos mancomunadamente usufructuados representarían un repunte económico a gran escala que beneficiaría a ambos países dejando de lado la economía basada en el extractivismo fósil.
No nos deben asustar los grandes proyectos. Se impone, eso sí, una planeación concienzuda para dar este paso definitivo hacia el desarrollo y la paz.